2017: Los orígenes del movimiento de salud conductual

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En 2017, Estados Unidos fue testigo del movimiento para eliminar los retos de acceso, calidad y coste asociados a la atención sanitaria conductual.

Los movimientos no se construyen de la noche a la mañana; se tarda tiempo en cultivarlos, en darles impulso y en promulgar cambios (véase #MeToo). Los movimientos crecen gracias al efecto dominó. Creo que el movimiento por la salud conductual tendrá un impacto sísmico en todo Estados Unidos en el futuro.

Los movimientos se forman en respuesta a retos abrumadores que son demasiado complejos para que un solo aspecto de la sociedad los afronte por sí solo. La anatomía de los movimientos exitosos requiere esfuerzos coordinados de las partes interesadas que pueden crear el cambio. Los retos de la atención sanitaria no son retos para la sanidad en solitario. Lo mismo ocurre con la salud conductual. Los planes de salud por sí solos no pueden agitar varitas mágicas para ayudar a más de 40 millones de personas en Estados Unidos que sufren problemas de salud conductual. Los políticos por sí solos no pueden legislar una solución a la crisis de los opioides. Los proveedores y las plataformas de salud y bienestar por sí solos no pueden erradicar el estigma de las enfermedades mentales que impide a tantas personas obtener la ayuda que necesitan. Las empresas por sí solas no pueden dar cuenta de los más de 200.000 millones de dólares de costes adicionales atribuibles a la depresión entre los empleados estadounidenses.